Lets Chocolaat*

Estos días estamos viviendo una de esas pruebas que solo superan airosas las madres… ¡obras en casa! (Síííí, la cocina está en marcha!).


Así que por la mañana, según abro un ojo nada más pienso «a ver qué pasa hoy…».
La vida parejil esta subida en una montaña rusa de crisis que anda entre las cajas del pasillo y los obreros poniendo los azulejos, también hay momentos de alegría general, no creáis, hasta aplaudimos el primer trocito de pared terminado, ¡no os digo más!


Es cansado y un pelín desesperante, sobre todo al que le toca estar al pie del cañón diciendo esto sí, esto no, que te acerco, que hago… El otro día semejante papelón le tocó a él. No llegamos a los pucheros, pero por el frunce de su ceño agradecí 100 veces el regalo que me acababan de traer a casa…

Cuando vi que estaba a punto de estallar me escapé sigilosa, saqué la mantita de Black Oveja, le reservé su sitio favorito en el sofá, y en una bandeja hice un despliegue de chocolates digno de un hotel de 5 estrellas.

Tenía las de triunfar, Let´s Chocolaat me lo había puesto bien fácil con todas las cosas que me mandó y el chocolate (que es felicidad en trozos, por si había alguna duda) hicieron el resto… los tenía reservados para San Valentín, pero esto era una cuestión de emergencia, y… ¡funcionó! Hasta nos reímos y todo de nuestro momento obras, y decidimos que a partir de entonces contaríamos días de menos que hemos pasado y no días de más…

Los bombones, súper recomendados: estaban tremendos, crujientes y son enormes! y el chocolate a la taza muy fino (nada de pasta grumosa como otros), nos gustaron un montón…

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